Un núcleo de Desarrollo Endógeno se activa
cuando la comunidad se organiza y descubre potencialidades que pueden ser
aprovechadas en beneficio de la colectividad. Un trapiche abandonado, un campo
industrial desmantelado, una tierra sin sembrar, un silo que lleva años sin
almacenar un grano, una hermosa playa que no puede ser disfrutada por carecer
de vías de acceso, por ejemplo esa conexión de comunidad organizada y
posibilidad de desarrollo local hace de una zona un Núcleo de Desarrollo
Endógeno.
Un NDE puede conformarse en cada lugar donde
haya una relación profunda de arraigo entre la comunidad y su región, done la
zona y su colectivo sean uno solo, enraizados en una tradición productiva,
cultural e histórica. El amor del barloventeño por el cacao, el del oriental
por sus playas y su pesca, la del merideño por su páramo y su agricultura de
montaña, y el larense por su artesanía, son hermosos ejemplos de esto.
Pero también es necesario que la colectividad
tenga conciencia de bienestar común, trabajando unida en beneficio de todos a
través de un esquema cooperativo y democrático.
Además, que los recursos de la zona permitan
generar un conjunto de actividades productivas donde participe la colectividad
en pleno, sin que nadie quede afuera, acabando con la exclusión social,
cultural y económica. Esto se entiende como formación de Cadenas Productivas.
Finalmente, presentes todas estas condiciones,
el propósito principal es que la comunidad reciba un espaldarazo del Estado a
través del apoyo financiero, capacitación para el trabajo y la adopción de
valores cooperativos y participativos.
Cada ciudadano, en especial las y los
compatriotas excluidos de la participación económica y laboral, desarrollando
sus poderes creadores a través de empresas de carácter social como las
cooperativas y las asociaciones de productores, en una relación armónica y de
responsabilidad compartida con el Gobierno Revolucionario.
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